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¿Ajedrez o damas?

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Voy a contarles lo grandioso que es estar jugando ajedrez mientras que los demás juegan a las damas.

Una característica de este juego es el Mississippi straddle, una apuesta del doble que la ciega grande (u$s 4) que se pone en el botón. Al momento del incidente, estábamos jugando de a cinco. Yo estaba en primera posición y había un Mississippi straddle. Un par de manos atrás, le había sacado todo el dinero al botón cuando pagué y resubí all in desde primera posición con par de jotas. Así que no éramos muy buenos amigos que digamos.

No tengo problemas para reconocer cuándo un jugador está en tilt (si lo habré hecho yo) y me di cuenta de que el señor Mississippi estaba a mitad de camino. Sólo faltaba darle el empujoncito final. Así que me prometí que la próxima vez que hiciera straddle le iba a subir a u$s 34 con cualquier mano que tuviera y mostrarle el bluff para que viera que no puede leerme y que no hiciera más straddle. Y tal vez le explotaba la cabeza.

Los dioses del poker cooperaron y me dieron 5-2 off suit, la mano perfecta para llevar a cabo mi plan. El señor M. hizo straddle, la ciega chica pagó, aunque no me preocupaba, ya que había mostrado una tendencia de hacer call/fold con frecuencia y sólo le quedaban u$s 34 después de pagar los u$s 4. En mi turno, como había planeado, subí a 30. El señor M. pensó un ratito y pagó, y la ciega chica fue all in por 4 más. Aquí es donde las cosas se ponen interesantes.

No podía foldear por 4 cuando el pozo tenía más de 90. El señor M. tampoco iba a foldear, así que sabía que tenía que pagar y rezar.

Todavía quería mostrar mi pésima mano para desestabilizar el juego aunque no quería gastar más dinero en esta aventura ridícula. Sin motivo aparente, y para practicar mi actuación y mi español, le pregunté al dealer si la apuesta de la ciega reabría las apuestas. Obviamente no debería, ya que no era del tamaño de mi apuesta, el criterio normal para reabrir las apuestas. Pero sorpresivamente, aquí sí reabría las apuestas.

Parece que hay una regla media rara en el Aces Poker Club, que cuando un jugador va all in, sin importar el monto, los otros jugadores tienen la opción de pagar o resubir. Al ver que esto me convenía, decidí no discutir. Actué un poquito más (por diversión o por práctica) y fui all in. ¿Cómo sabía que no iba a pagar? Porque como la ciega chica estaba all in, iba a satisfacer su curiosidad de ver mi mano sin tener que invertir más dinero. Muchas personas foldearían en este caso, especialmente los jugadores no muy buenos como mi oponente. Dicho y hecho, foldeó. Los pot odds me daban 2 a 1 pero mi mano tenía 35% de ganar contra la mano de la ciega chica, que resulto ser A-J.

El hecho de que hice escalera en el turn no es relevante. Ninguno de los jugadores de la mesa entendían que yo hubiese regalado los u$s 34 por el solo hecho de mostrar mi 5-2. ¡Había subido y resubido all in con 5-2! ¿Cuán loco es eso? Eso es a lo que me refiero cuando digo que a veces estoy jugando al ajedrez mientras los demás juegan a las damas. No sólo el señor M. esperaba que yo mostrara una mano muy buena, sino que ni siquiera se imaginaba que yo podía subir y resubir con manos basura. Cualquier jugador cuerdo hubiese pagado los u$s 4 y rezado que le viniera algo bueno en el flop. Pero por supuesto que yo no iba a hacer eso cuando tenía la oportunidad de hacer que el señor M. foldee. ¿Quién va a querer jugar 5-2 off suit contra dos oponentes si puede hacer que uno foldee gratis?

¿Cómo quedó mi imagen después de esto? ¿Mis oponentes pensaron que estaba loco? Tal vez… o tal vez pensaron que yo pensaba el poker de un modo totalmente distinto. De golpe era “ese tipo”. El que pone a los demás en tilt, el que nadie comprende. A esto se le llama “tilt equity”, y me va a durar por el resto de mis visitas al club. Ya construí mi reputación. A pesar de que a veces digo “no pueden descifrar mi estrategia si no tengo una estrategia”, esta vez sí la tenía.

OK, tuve una aventura preflop y me agarraron con las manos en la masa. Pero creo que desde ahí mis jugadas fueron muy buenas, especialmente al darme cuenta rápidamente y sacar ventaja de ir all in para aislar al jugador que ya tenía todas sus fichas en el pozo. Esa oportunidad no debería existir, y no existe en un poker room común, pero en Nicaragua, que no es tan normal, existe.

Nicaragua es como mi segundo hogar hoy en día. Pasé la mayoría del invierno acá y anticipo volver periódicamente durante la primavera. Y créanme, cada vez que vaya al Aces Poker Club, me van a reconocer como el tipo que puede estar loco o tal vez está jugando ajedrez mientras los demás juegan damas.

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