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Negreanu acepta coachear a Guy Laliberté en el torneo más caro de la historia

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El Big One for One Drop 2016 empieza a tomar forma, y a los escépticos no les va quedando más remedio que ir escurriendo el bulto.

La decisión del fundador de One Drop, Guy Laliberte, de cambiar Las Vegas por Montecarlo y renunciar al carácter de evento oficial de las WSOP para poder negar la invitación al evento a los jugadores profesionales no cayó muy bien, de principio, pero parece estar lejos de ser un error.

 

El torneo benéfico de 1.000.000$ era una oportunidad de oro para pros del mayor nivel. La categoría de la cita y su propia reputación facilitaba vender un porcentaje de la acción y Laliberté tiraba de contactos para sentar a unos cuantos amiguetes en las mesas y poner el EV del torneo por las nubes.

 

Pero el antiguo dueño del Circo del Sol conocía más gente que no quería jugar contra profesionales de la que sí estaba dispuesta a hacerlo. Y como la pelota era suya, decidió llevársela a otro barrio y establecer nuevas reglas.

 

El traslado al principado significa un torneo de similar audiencia pero mucho más abierto, un escenario de lujo que Las Vegas no puede igualar y una repercusión mediática singular merced al cambio de moneda. Al pasar a costar 1.000.000€, el Big One for One Drop 2016 pasa a ser el torneo más caro de la historia, con todo lo que conlleva.

 

Además, Laliberté, que es un zorro para esto del business, ha encontrado la manera de involucrar a los mismos profesionales a los que ha cerrado la puerta en las narices, montando un festival de High Rollers alrededor del evento principal, y con un pequño giro de guión añadido al torneo estrella, una mecánica especial que tendrá el torneo y que desveló el director Luca Vivaldi a PokerItaliaWeb.

 

Cada uno de los participantes del Big One Drop tiene la posibilidad de contratar un coach, un jugador que podrá comentar con él las jugadas entre manos y reunirse con su pupilo en los descansos para retocar la estrategia a seguir.

 

La parte económica del acuerdo es que el coach ganador se queda con el 2’5% de los ingresos por premios. Teniendo en cuenta que se estima un primer premio de entre 11 y 14 millones de euros, estamos hablando de un mínimo de un cuarto de millón de euros.

 

Uno de los primeros en apuntarse al carro ha sido Daniel Negreanu, que será el apoyo en la esquina del alma mater del Big One, el propio Guy Laliberté.

 

El yate de Guy en la Costa Azul no parece el peor sitio en el que Daniel haya tenido que hacer una sesión de coach.

 

Este Lalibertè es un crack. No le deja jugar pero va a conseguir que esté allí plantado para deleite de espectadores y cámaras de televisión, y de paso que seguramente se deje algún que otro buy-in en el festival a beneficio de One Drop.

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