Inicio Noticias Apostar por valor, ésa es la clave para la felicidad

Apostar por valor, ésa es la clave para la felicidad

Compartir

Apostar por valor es la base de todo. Por ejemplo, en una situación difícil, al final de una mano, en la que un jugador tight tiene doble par y algún rival podría tener una escalera, el jugador conservador probablemente pasará, intentando llegar al showdown. En esta misma situación, siempre que yo esté razonablemente seguro de que mi oponente no tiene esa escalera, seré más agresivo. Quiero ganar algo más de dinero; sacarle valor a mi doble par. Por ello, apostaré con el fin de que mi mano me haga ganar tanto dinero como crea que es posible. Yo nunca he sido un jugador tight, ni siquiera cuando empecé a jugar. La experiencia me ha enseñado mucho. Al principio de mi carrera, no sabía retirarme de un bote en el que había empezado apostando, pero ahora sí sé hacerlo.

No necesito tener las nuts para apostar con mi mano al final. Si creo que tengo la mejor mano, apuesto y le saco provecho. Un jugador más conservador pasará al final y los otros jugadores también pasarán detrás de él. Y de esta forma dejará de ganar una última apuesta.

Un factor muy importante de cara a ganar sistemáticamente y mucho dinero en no-limit es poner a su oponente en una situación en la que si apuesta esté arriesgando todas sus fichas, en lugar de ser usted quien pone en peligro todas sus fichas. Por lo que a mí respecta, esta ha sido siempre la clave para jugar no-limit.

Quiero forzar a mi oponente a tener que tomar una decisión en la que estén en juego todas sus fichas.

Por ejemplo, si un jugador tiene $20.000 en fichas y usted toma la iniciativa apostando $6.000 o $7.000, en realidad usted está apostando 20.000 contra su oponente. Él sabe que si iguala la apuesta de 6.000 o 7.000, va a tener que acabar apostando el resto. Usted apuesta 7.000, pero él está apostando 20.000$.

Y al revés, si es él quien apuesta 7.000, la situación es la inversa.

Por ello, yo siempre intento realizar una apuesta que ponga en peligro a mi oponente, no a mí. Si él tiene razón y yo voy de farol, apostará sus 20.000 y yo no le igualaré. De esta forma, él ganará 7.000. Pero si está equivocado y yo tengo una buena mano, él apostará todo, yo le igualaré y perderá sus 20.000. Él está subiendo aproximadamente tres veces mi apuesta, sus 20.000 contra mis 7.000. Yo hago que la obligación recaiga en él, hago que se comprometa con el bote.

No importa lo que él piense, yo no estoy comprometido con el bote. Esto es lo atractivo de la situación. Él está pensando en mi apuesta y se está preguntando cuánto más va a tener que invertir en el bote.

Es una situación controvertida. O voy de farol, o tengo las nuts.

Y jugando contra mí, él sabe que le podría costar 20.000 (todo su stack) a no ser que tire su mano.

Les sorprendería la cantidad de veces que mis oponentes dicen:

“Tómelo Doyle, lléveselo”. Tiran sus manos una y otra vez contra mí.

Llega incluso a sorprenderme y suelo pensar: “Bueno, él no puede tirar esta mano”, pero yo apuesto igualmente y él foldea. Al final se convierte en algo mecánico y de este modo yo ya he ganado otra mano.

He robado tantos botes que no podría contarlos, y la mayoría de las veces, realmente he tenido que obligarme a mí mismo a apostar.

Puedo jugar toda la noche sin tener una mano decente y, sin embargo, ganar todos los botes porque no apuesto contra las nuts. Sucede una y otra vez, miro mis cartas y no tengo nada. Sale el flop y sigo sin tener nada, así que casi tengo que obligarme a mí mismo a apostar, porque delante tengo a un jugador al que he estado presionando todo el rato y me ha funcionado. Y constantemente pienso: “¿Cómo va a tirar su mano esta vez?” Pero apuesto y él tira su mano de nuevo.

Si me planta cara y raise,  vuelvo a mi filosofía básica. Si tengo una buena mano, sigo adelante con ella, aunque sé que puede que sea la peor.

Comments are closed.